Patriarchal Proclamation of Christmas 2010 in Spanish.
21 Δεκεμβρίου 2010
Prot. No.1338
+ BARTOLOMÉ
POR LA MISERICORDIA DE DIOS
ARZOBISPO DE CONSTANTINOPLA-NUEVA ROMA
Y PATRIARCA ECUMÉNICO
A TODO EL PLEROMA DE LA IGLESIA
LA GRACIA LA PAZ Y LA MISERICORDIA DEL SALVADOR CRISTO
NACIDO EN BELÉN
Queridos hermanos concelebrantes y benditos hijos en el Señor,
Dentro de la oscura atmósfera de la profunda y heterogénea crisis que se cierne últimamente en todo el mundo, de índole económica, social, moral y principalmente espiritual que produce en los hombres gran irritación, amargura, desconcierto, preocupación, tensión, desilusión y miedo, dulce se escucha la voz de la Iglesia:
“Venid, fieles, levantémonos con inspiración divina a fin de que contemplemos la condescendencia divina en Belén hacia nosotros de modo evidente…”
(Idiómelo de la VI hora de las Navidades)
Fe inquebrantable de los cristianos es que Dios no sigue desde arriba e indiferentemente la dirección del hombre creado por El personalmente y a su imagen y semejanza. Es por ello que la encarnación de su hijo unigénito y verbo fue desde el principio “Su Complacencia”, Su primigenia voluntad, “Su Voluntad Eterna”, es decir que asuma El mismo por amor sin medida la naturaleza humana que El creó a fin de que la constituya en “participante de la naturaleza divina” ( 2 Pe. 1:4) y esto, antes de la caída de los primeros creados, antes de su creación! Después de la caída de los primeros creados, la “voluntad eterna” de la encarnación incluyó la cruz, la purísima pasión, la muerte vivificadora, el descenso al hades, la Resurrección de los tres días, a fin de que el pecado inducido, que envenenaba todo y la muerte se anularan perfecta y finalmente, y el hombre disfrute íntegra la herencia paterna de la eternidad.
Sin embargo, la condescendencia divina de las Navidades no se limita solamente a las cosas de la eternidad. Tiene que ver también con las cosas de nuestro recorrido sobre la tierra. Cristo vino al mundo para dar la buena nueva del Reino de los Cielos y para introducirnos en éste, pero también vino para beneficiar y curar la debilidad humana. Satisfizo milagrosa y repetidamente a las multitudes que escuchaban su palabra, purificó leprosos, curó a paralíticos, dio la luz a ciegos, la escucha a sordos y el habla a mudos, liberó a los endemoniados de los espíritus inmundos , resucitó a muertos, apoyó el derecho de los que padecían injusticia y de los olvidados, condenó a las riquezas sin límite, la inclemencia hacia los pobres, la hipocresía y el “ultraje” en las relaciones humanas, se dio a si mismo como ejemplo de sacrificio voluntario y kenótico por los otros! Quizás ésta dimensión del mensaje de la divina encarnación debería ser tenido en cuenta aún más en éstas Navidades.
Muchos prójimos y cristianos padecen una gran tentación a causa de la profunda crisis. Son innumerables los ejércitos de desempleados, de los nuevos pobres, de los que no tienen techo, de jóvenes con “sueños postergados”. Sin embargo, Belén se interpreta como ”casa del pan”! Debemos, entonces, nosotros los fieles, a todos los hermanos necesitados, no solamente “el pan esencial”, es decir a Cristo, el cual se encuentra en pañales en el pesebre de Belén, sino también el pan material para sobrevivir y todo lo “necesario para el cuerpo” ( Stg. 2 : 16 ) . Es la hora de la ejecución práctica del Evangelio con un alto sentido de la responsabilidad! La hora en la cual se escucha de manera más sensible y demandante la palabra apostólica: “Muéstrame tu fe a través de tus obras” (Stg. 2 : 18)! El tiempo oportuno, es decir la posibilidad de que nos “levantemos con inspiración divina” a la altura de la virtud real del amor que nos une a Dios.
Habiendo proclamado todas éstas cosas desde la Cátedra martírica de la Iglesia de los pobres de Dios hacia todos los hijos en el mundo del Patriarcado Ecuménico, invocamos sobre todos la divina condescendencia, la inmensa misericordia, la paz y la gracia del Hijo unigénito y verbo de Dios encarnado del Espíritu Santo y de la Virgen, al cual sean la gloria, el poder, el honor y la prosternación, conjuntamente con el Padre y el Espíritu, por los siglos de los siglos. Amén.
Fanar, Navidades 2010.
+Bartolomé de Constantinopla
Ferviente suplicante hacia Dios de todos vosotros